sábado, 30 de septiembre de 2023

"Doña Bernarda, nuestra trastatarabuela"








Hoy simplemente quiero presentarles a ella, sí, ella, nuestra trastatarabuela, doña Bernarda Castilla -perdón, doña María Bernarda López de Castilla y Cáceres, si se quiere ser más exacto con los documentos que con la simplicidad que ella usó su propio nombre.

La fidelidad del pincel de Cayetano Gallino condensó en el retrato toda la sencillez de una estampa patricia ajena a frivolidades y notas rumbosas. Envuelta en un sobrio chal claro que contrasta con la intensa oscuridad que sirve de fondo al lienzo, expresión ambigua en la mirada y el pelo recogido en un moño que remata el peinetón, así, tal cual, severa, sin afeites.

De tal palo, tal astilla- valga por una vez el difundido aforismo, si de su parienta la reina católica solían admirar sus contemporáneos lo mucho que podía durarle un vestido remendado, de la matriarca criolla de abolengo hispano retratada por el pintor italiano pudieron también admirarse similares prendas de virtud y una misma vara de austeridad para medir los tiempos de holgura, como los de sacrificio.

Dio dos robustos linajes al patriciado, ARRÚE y ARRIÉN -, sobrevivió a dos maridos, fue madre y abuela de guerreros y hombres de negocios, de ella descendieron dos presidentes de la República, -no de cualquiera-, de la Oriental del Uruguay- y distintas personalidades en el Río de la Plata y Europa. Supo vivir tiempos de fortuna y padeció con abnegación los infortunios, murió anciana y quedó aposentada en el cuadro, mirando desde allí a la posteridad.

Así la describe el historiador y especialista en genealogía, don Ricardo Goldaracena en "El libro de los Linajes", exquisita obra que recopila a las familias pertenecientes al patriciado criollo.

Nacida en 1776, fue la penúltima hija del estanciero e integrante del Cabildo en su función de Alcalde de la Santa Hermandad, don Juan López de Castilla y Rojas Calderón, -varón de la casa de Castilla, oriundo de Andalucía, quien llega a América en 1756 integrando el cuerpo de los Reales Ejércitos-, y de la criolla, doña Luisa Francisca Cáceres, casados en la ciudad de Montevideo en 1761. Nieta paterna de Andrés López de Castilla, -gente de señorío en Huelva, Andalucía- y de doña María Catalina de Rojas Calderón y Osorio; y materna del argentino Bernardo de Cáceres, natural de Santa Fe, pero criado y educado en Buenos Aires, luego afincado en estas tierras donde sería estanciero en Canelones, casado en 1738 con la porteña doña Francisca González de la O -muy emparentados por sus hijas con la histórica y muy estudiada casa de los Carrasco Melo-Coutinho-.

El 4 de junio de 1796 la ciudad de Las Piedras vio a Bernarda entregar su mano en matrimonio a don José Antonio Arrúe de Ipenza, aquel hidalgo vasco que figura tantas veces en el Archivo Artigas, siendo estanciero, Comandante de Milicias de Caballería, Alcalde Ordinario. Misma localidad en la que poseía la histórica estancia "Azotea de Arrúe", donde Artigas junto a los delegados de Manuel de Sarratea firmó el 8 de enero de 1813 el “Pacto del Yi”, acto en el que se lo reconocería al caudillo como Jefe Militar de las Fuerzas Orientales.
El iniciador del linaje Arrúe en estas tierras, era natural de Orendain, nacido el 9 de noviembre de 1748, fruto del matrimonio entre don Martín Arrúe Olaso Irazusta y doña Ana Francisca de Ipenza Campos de Arteaga. Según el historiador Huáscar Parrallada, estaba afincado en la banda oriental a mediados del siglo XVIII, quien siendo conocedor de su estamento, llegó con una prolija y documentada información de su nobleza, ya que era lo que se estilaba entonces entre la gente de su condición, donde demostraba su filiación de hidalguía, legítimamente aprobada y conformada según la disposición de los fueros, para que en esa virtud, los hijos Martín de Arrúe Olaso Irazusta, y su descendencia gocen en la villa y todos los territorios la calidad de nobles, hijosdalgos de sangre y solar conocido.
De la unión de doña Bernarda y don José Antonio nacen cuatro mujeres y tres varones, María de los Ángeles, Juan Bernardino, Juana María, Celestina, Felipe Tomás, Casiana y José Tomás Arrúe López de Castilla.

En 1816 enviudaba de José Antonio, y el 11 de julio de 1819 contraía segundas nupcias en Montevideo con Juan Domingo de Arrién y Apraiz -hijo de don Juan de Arrién Uriarte Dolara y doña María Antonia Apraiz Ormaechea, nacido en 1776 en Errigoiti, Vizcaya. Unión de la que nacen dos hijos, Juan Francisco Sandalio y Juan de la Cruz Arrién Castilla.

"Educaron a sus hijos en ascética sobriedad, en la más rigurosa observancia de los preceptos cristianos, como es usual entre los hidalgos de raigambre española, en el entendido de que la fe, preciado atributo, es el pilar sobre el que deben reposar la unidad y la grandeza de una familia que reza diariamente el rosario. La austeridad fue su norma, contrariamente a lo que podrían suponer los desprevenidos, llevó una vida doméstica de incontaminada severidad, de su casa a la iglesia, de la Iglesia a su casa, divorciada de los oropeles del mundo..." Libro de los Linajes.

En 1836 doña Bernarda Castilla dictaba su testamento en la casa de la calle del Portón (25 de Mayo), hoy museo, declarada casa histórica patrimonial. La cual aparece en la guía inglesa de Ciudad Vieja como casa neocolonial. Cabe destacar que en ella se realizó el ciclo de talleres para el Centro Cultural de España, sobre la liberación de la esclavitud, -y es que precisamente, en casa de doña Bernarda vivieron y trabajaron para ella, las que luego serían las dos primeras negras libertas del país.

Misma en la que posteriormente se crió otro personaje histórico, el Dr. José Vázquez Sagastume, diplomático, político, integrante del grupo principista de las cámaras de 1873, y recordado mediador en su función de diplomático en el conflicto que se estaba gestando entre el Paraguay y el Imperio del Brasil. Casado el 28 de noviembre de 1856 con Dorila Josefa Hordeñana Gómez, descendiente de las históricas estirpes patricias, Hordeñana, Alzáybar y Gómez Calvo.
Pero volviendo a la última voluntad de nuestra trastatarabuela, en él declaraba libre a sus esclavos, esos mismos que la acompañaron hasta el último día, mientras que los otros que vivían en su estancia deciden seguir al servicio de sus descendientes.

Tiempo atrás, en 1828 un hecho es tomado en forma de anécdota por Milton Schinca en su libro “Bulevar Sarandi”, bajo el nombre “Bernarda rifa 2 esclavas”. Por suerte los documentos legítimos son más fieles con la realidad que su malintencionada pluma. Ellos permiten dar luz a las verdaderas intenciones que motivaron a Bernarda a realizar tal acto, que si bien sucedió, no fue por falta de dinero o crueldad para deshacerse de ellas como se insinúa. Lo que develan los documentos es que la mismísma doña Bernarda es quien pide a Lavalleja por la liberación de Felipa y María, al no tener respuesta por parte de éste, se procede a esa especie de "rifa" en la cual nunca hubo reclamo por parte del poseedor del número ganador. Pasados tres años sin que el dueño del boleto ganador se presente, se dispone que Felipa y María pasen a disposición del Gobierno para servir en el Hospital de Caridad. A poco tiempo de declararse la Jura de la Constitución, Felipa y María solicitan su libertad a su Excmo. Sr. Gobernador y Capitán General Provisorio de este Estado, Brig. Gral. D. Juan Antonio Lavalleja por medio de una carta que escribe don Juan Manuel Areta Landuaceres -(yerno de doña Bernarda, marido de Celestina Arrúe López de Castilla), en la que expone su situación, e implora por la bondad del gobierno, creyendo que el modo más digno de solemnizar el nacimiento de una República, es dar públicamente su libertad. Reclamo que tuvo a bien el Gobierno concederle por las justas razones que constan en la carta y expediente que se conserva en el Archivo General de la Nación en Uruguay, resolución que determina que Felipa y María fueron las dos primeras negras libertas del Uruguay.

Carta de Maria y Felipa, extraida del Archivo General de la Nación en Uruguay

“Excelentísimo Señor - María y Felipa Esclavas que fueron de doña Bernarda Castilla y Arrúe, ante Su Excelencia del modo más nos presentamos exponiendo, que habiendo resuelto enajenarnos nuestra dicha ama lo hizo por medio de una rifa previas las formalidades necesarias, cuya suerte recayó en el numero mil cuarenta, mas, como el comprador o dueño de este numero no pareciera a reclamarnos, nuestra ama nos puso a disposición del Gobierno, quien por vía de deposito nos destino a servir en el Hospital de Caridad. Tres años hace, Excelentísimo Señor, que servimos aquí, sin que haya parecido el dueño a quien nos destino la suerte, y ni saber a quien pertenecemos. En estas circunstancias ha llegado día augusto en que va a jurarse la Constitución del nuevo Estado Oriental y nosotros hemos creído deber concurrir a Vuestra Excelencia solicitando que el momento en que se proclaman los derechos de los Orientales, sea también el en que nosotras recobremos la que nos dio la naturaleza. Para esto imploramos la bondad al gobierno, y creemos que el modo mas digno de solemnizar al nacimiento de una Republica, es dar públicamente la libertad ´ dos infelices Esclavas. Este acto grande y moral no ataca en nuestro caso a los derechos de propiedad, por que no habiéndonos reclamado en tres años la persona a quien cupimos en suerte, puede asegurarse que no lo hará en adelante, quiera pues el Gobierno señalar este día con un acto tan conforme a los principios del código político que hoy se jura, y publicar el Decreto de nuestra libertad como una de las solemnidades de un día tan augusto. Nosotras en tal caso, que ni tenemos como recompensar beneficio tamaño, ni como de mostrar debidamente nuestra gratitud, nos contentaremos con sentirla siempre, dejando que el júbilo de el Pueblo recompense un acto tan grande de beneficencia. Así lo esperamos confiadamente Excelentísimo Señor."

A ruego de María y Felipa: Juan Manuel Areta

María Bernarda López de Castilla y Cáceres no necesitó de lujos ni estridencias, conocedora de su estamento supo que su lugar era criar a sus hijos y velar por los más desamparados.

A casi 250 años de su nacimiento, y otros tantos más desde el afincamiento del linaje de los López de Castilla en Montevideo, la ciudad de San Felipe y Santiago vio perecer el coloniaje hispano y nacer, crecer y desarrollarse una pujante república democrática. Hoy sus descendientes se cuentan por miles y cada uno de ellos ha sabido reproducir los mismos rasgos de virtud de su antepasada.

Los retoños de hoy se apellidan:

Arrúe López de Castilla; Cordero Arrúe; Cordero Villegas; Acuña Bosch Cordero; Cordero Acuña; Stunz Cordero; Arrúe Laguna; Arrúe Árraga; Grané Arrúe; Grané Corti; Villarnobo Arrúe; Sass Villarnobo; Arrúe Areta: Arnold Arrúe; Arnold Sterling; Touron Arnold; Touron Geille; Arrúe Gois; Arrúe Escalante; Arrúe Pando; Castro Arrúe; Arrúe Areta; Areta Arrúe; Areta Platero; Gianelli Areta; Carafí Areta; Wadsted Carafí; Paquien Carafí; Cichero Paquien; Zorrilla Ayerza Paquien; de Achaval Zorrilla; Benoit Pieres Carafí; Fernández-Llanos Benoit; Benoit Rodríguez-Wilkinson; Pareja Areta; Shaw Pareja; Shaw de Estrada; Shaw Soubié; Miguens Soubié; O´Farrell Soubié; Shaw de Estrada Paz; Shaw de Estrada Mejía; Bourdieu Shaw; Bourdieu Harriague-Castex; Bourdieu Pasman; Bourdieu Cía; Bourdieu Madero; Bourdieu de Arzuaga; Bourse Pareja; Fauvety Bourse; Beccar-Varela Fauvety; Beccar-Varela Zorraquín; Beccar-Varela Nougués; Beccar-Varela Schilling; Bourse Sundblad; Bourse Ruiz-Moreno, Bourse Belgrano; Bourse Oliver; Büsch Frers Bourse; Oviedo Büsch Frers; Bourse Bustillo; Grondona Bourse; Howard Shaw; Shaw Pacheco; Sorribas Shaw; Turcatti Shaw; Turcatti Acquistapace; Uría Shaw; Uría Marquisá; Rodríguez-Gigena Shaw; Pantazoglu Capurro; Alzola Pantazoglu; Pareja Villegas; Seminario Pareja; Cantilo de Forteza; Areta Lasala; Mailhos Areta; Uriarte Mailhos; Gigliani Uriarte; Mailhos Gutiérrez-Gard; Nin Mailhos; Raquet Mailhos; Raquet Souto; Raquet Wagner; Raquet Delay; Carracedo Raquet; Brown Raquet; Navarro Brown; Brown Quartino; Villar Raquet; Fresnedo Villar; Pérez del Castillo Raquet; Pérez del Castillo Invernizzi; Ruvira Pérez del Castillo; de Castro Pérez del Castillo; Stapff Pérez del Castillo; Scasso Pérez del Castillo; Pérez del Castillo Crosa; Pérez del Castillo Barreto; Lapetina Pérez del Castillo; Lacalle Areta; Lacalle de Herrera; Caviglia Lacalle; Caviglia Harriague; Lacalle Pou; Lacalle Ponce de León; Lacalle Bonino; Arrúe Gowland; Pereda Arrúe; Flores Pereda; Martínez Areta; Méndez-Caldeira Martínez; García Susviela Arrúe; Heber García; García Stirling; García Viana; Quincke García; Areco Quincke; García Calvo; García-Calvo Villegas; García-Calvo Menéndez-Behety; Madero García-Calvo; de Elía Estrada; Menéndez Elía; Braun Menéndez-Behety; Uriburu García-Calvo; García-Calvo Ramos-Mejía; Fernández de Villavicencio García-Calvo; Fernández de Villavicencio y Tavira; Fernández de Villavicencio y Álvarez de Toledo; Arrién Castilla; Arrién Bianqui; Howard Arrién; Shaw Howard; MacComark Shaw; Shaw Verpilleux; Shaw O´Neill; Shaw Blanco; García-Lagos Howard; Howard Fuller; Sanguinetti Howard; Howard Gómez Ibarlucea; Howard Zubillaga; Soler Howard; Cardoso Soler; Cardoso Imhof; Cardoso Sicardi; Baldomir Cardoso; Damboriarena Soler; Damboriarena Arbón; Damboriarena Piquet; Damboriarena Torres-Pardo; Vila Soler; Fynn Howard; Fynn Marguery; Fynn Nebel; Fynn García-Moralejo; Sanguinetti Howard; Pérez-Gomar Howard; Vivo Pérez-Gomar; Cash Pérez-Gomar; Shaw García-Lagos; Araúcho Arrién; Gerona Araúcho; Bonino Gerona; Gerona Arocena; Gerona Zambrano Zerbino; Trambauer Arechavaleta Gerona; Quijano Bonino; Ameglio Bonino; Ros Arrién; Stunz Arrién; Stunz Cordero; Stunz Orphant; Fascetto Stunz; Segura Stunz; Segura García-Vieyra; Segura Fragueiro; Segura Molina-Carranza; Segura Idoyaga-Molina; Segura Monneret de Villars; Segura Ezcurra; Drago Segura; Braun Drago; Centurión Segura; y Centurión Lariviere; entre otras.



Tengo el honor de ser el actual guardián del retrato de doña Bernarda Castilla, la cual fue exhibida en la “Exposición Cayetano Gallino” del Salón Nacional de Bellas Artes de Montevideo en junio de 1944. Reproducido fotográficamente y numerado “6” en el correspondiente catálogo, como propiedad del matrimonio de don Rafael Rosendo Howard Arrién y doña Carolina Fuller Crocker de Howard, heredado a Enrique Filiberto Rosendo Howard Fuller y luego por su hija Milka María Howard Zubillaga de Soler Martí, de quien pasa a mí. Casi 200 años han transcurrido desde que el maestro Gallino la pintó y desde ese momento ha peregrinado por las distintas casas de sus descendientes en Ciudad Vieja, Pocitos, Carrasco, y ahora nuevamente en los Pocitos, donde será su última morada hasta pasar a integrar el acervo del Museo Histórico Nacional.




Bibliografía:

“Génesis de la Familia Uruguaya” -Los habitantes de Montevideo en sus primeros 40 años.- Juan Alejandro Apolant.

"Raíces Coloniales de la Revolucion Oriental de 1811" Juan E. Pivel Devoto.

“El Libro de los Linajes” tomo I, II, III, IV, V, VI, Ricardo Goldaracena.

“El Patriciado Uruguayo”, Carlos Real de Azúa.

"Diccionario Uruguayo de Biografías" Fernández Saldaña.

“Montevideo Antiguo” -Tradiciones y Recuerdos- Isidoro De María.

"El Correo del Uruguay - Apuntes para su historia 1825 - 1865" Isidoro E. De María.

"Durazno, Bases para una Identidad y un Destino" Oscar Padrón Favre, 1988.

"Historia de Durazno", "Durazno Antiguo" y "Villa San Pedro del Durazno" de Oscar Padrón Favre.

“Bases Económicas de la Revolución Artiguista”, Benjamín Nahum y José Pedro Barrán.

“Nobiliario del Antiguo Virreinato del Río de la Plata”, Carlos Calvo.

“Artigas, tierra y revolución” N. de la Torre, Julio C. Rodríguez y Lucía Sala de Touron.

“Grandes Figuras Blancas - Aportación a sus Biografías” Wilfredo Pérez.

“Los Muy Fieles" - Tomo I y II, Ana Ribeiro.

“La Personalidad Patricia de Don Francisco Araucho” - Hector A. Gerona.

"Familia Fuller Crocker" de Juan Ignacio "Polo" Risso Suárez.

“Poder y Aristocracia”, Juan Cruz Jaime.





Diego Castro Arrúe

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